martes, 4 de agosto de 2009

Diario de una alegría post-fechada. (Londres 2009)

Esta historia comienza hace muchos meses. Y yo debí haberla empezado a escribir en ese momento. Pero el miedo me pudo más, la certeza de no saber a dónde llevaría la promesa de viajar a través del oceáno. Hoy, con la punta de mis dedos ya en el futuro, con el Icfes y la graduación enseñándome los dientes, con la angustia de no saber qué hacer con mi vida... Hoy me animo a decirle sí a este sueño. A embarcarme en el con todas las ganas y la fuerza, haciéndolo certeza a través de las letras, montándome en el avión así este parta dentro de un mes.

Así que retrocedamos un poco en el tiempo:

Noviembre, 2008.

Sí, esta historia comienza el año pasado. Incluso antes de lo que refiero aquí. Pero para mí la historia comienza cuando la Coordinadora del Departamento de Inglés de mi colegio se presentó con una resma de hojas de papel y la posibilidad de que cuatro de nosotros viajáramos a Inglaterra en marzo del año que venía.

El papelito llegó a mi mano y lo leí con ansias. Era la convocatoria, el primer filtro de muchos que vendrían. Abrí los ojos grandotes y devoré letrica de tinta, tras letrica de tinta.

El colegio ha firmado un convenio con el Winchester College que permite un intercambio de cuatro estudiantes por el período de un mes durante el primer bimistre del año entrante.
Los alumnos deberán consultar en sus casa y llenar el formulario mostrando su interés en la convocatoria. En febrero del próximo año se les notificará de las diversas pruebas que deberán llevar a cabo los estudiantes y según éstas los cuatro mejores serán los viajeros.
El valor del viaje es de $8'000.000 pesos colombianos (Aprox: $4.000 USD), valor que cancelarán los padres y que incluye todos los gastos que puedan tener los estudiantes.

Respiré profundo y guardé el papelito en el bolsillo. Ocho millones de pesos era demasiado para mí, pero podía arriesgarme. Mi mamá no los tenía pero por otro lado... mi madrina probablemente sí. ¿Me cumpliría un sueño así?

Si, no sólo el viaje era un sueño, Londres en sí había sido siempre un sueño. Harry Potter staff, soñar con castillos y lechuzas la mitad de mi infancia me dejó esa secuela. La secuela de querer pisar el mismo país que Merlín, que el rey Arturo y que Harry Potter. Que existieran o no, es sólo un asunto de importancia menor.

Mi mamá, por fortuna, es una aventurera como yo, y cree en mí más de lo que yo puedo imaginar. Firmó el formulario y me dijo que lo importante era que yo me probara, que probara que podía pasar una entrevista y dos exámenes de inglés. Luego veríamos que más hacer.

Entregué el formulario el 30 de noviembre con el corazón lleno de ansiedad y una energía rara que me hacía brincar.


Y la historia continuó. Pero para ustedes continuará en otro mordisquito, en otro post.

miércoles, 21 de enero de 2009

Soñándome.

El sueño de algunos es encontrar una pareja estable, una casa en una ciudad bonita, un carro rápido y un trabajo bien pagado. Es asentar sus raíces y aferrarse a una vida que cuenta con un área metropolitana de unos kilómetros, unas vacaciones en la costa de siempre y dos pueblitos aledaños.
El sueño de otros es tener un avión privado, aire acondicionado y un ejército de agentes de viaje que los lleve por el mundo de la manita mostrándoles los sitios turísticos desde un carro con limonadas frías y vidrios polarizados. Es tener el pasaporte más trajinado de la historia, las fotos para presumir en facebook, gafas oscuras y los zapatos limpios.

Pero quedamos otros, otros que soñamos con meter pedacitos de nuestra vida en una mochila con nombre, agarrar una cámara, los tennis desvencijados, el dinero suficiente para supervivir y echar a andar. Somos quiénes soñamos con probar el mundo a mordiscos, aquellos que soñamos con pueblitos olvidados, playas sin surfistas, selvas vírgenes. Que llegamos a un lugar y saludamos, sonrientes. Los que no conocemos de agentes de viajes, los que irritamos a los guías turísticos a punta de querer descubrirlo todo nosotros mismos.

Yo tengo diéciseis años, soy una bogotana con aires de escritora, loca y ecologista, que está por cursar su último año de colegio y que cuando le preguntaron "¿Qué quieres hacer cuándo te gradues?" respondió viajar.

Críada entre los cuentos de mi abuelo en los cuales se iban semanas en una barca por un río cualquiera, o se iban de cacería con una carpa, una escopeta y dos navajas... es predecible que ansíe viajar por mi cuenta. Y aprovechando que empieza un año lleno de colores y posibles viajes: quiero inagurar este blog como una promesa, como un diario que me recuerde constantemente qué quiero y por qué.
Así que bienvenidos a un lugar lleno de sueños, lugares, experiencias y recomendaciones.
Abrazos,
Luna.
¿Por qué observas tanto la luna, pequeño?
Porque no se queda quieta.
Porque tiene su propia órbita y vive zambullendose entre
las selvas más oscuras y los mares más profundos.
Porque la luna es una aventurera...como yo.